¿El estrés consume nuestras vidas? ¡Aprende a identificarlo!
En la sociedad actual es fácil que las circunstancias de nuestra vida cotidiana nos lleven a seguir un ritmo frenético sin pararnos a pensar en como nos encontramos. Y tú ¿cómo te sientes?
Ya sea para bien o para mal, es indudable que en la actualidad el estrés está en boca de todos. Aun así… ¿sabríamos definirlo? O mejor todavía ¿sabríamos reconocer sus síntomas? Parece ser que estamos tan acostumbrados a vivir con él que algunas veces podría pasarnos desapercibido. ¿Alguna vez nos preguntamos cómo nos sentimos? ¿Tenemos tiempo siquiera para hacernos esta pregunta en nuestra ajetreada vida?
Si nos paramos un momento a reflexionar sobre todo lo que hacemos a lo largo del día nos damos cuenta que hacemos un montón de cosas casi sin descanso. Aún así, es probable que para muchos 24 horas sigan sin ser suficientes. Si hasta ahora crees que es tu caso, te invito a seguir leyendo.
Pero entonces...
¿Qué es el estrés?
Al imaginar una situación de peligro inminente, como podría ser un encuentro con un animal salvaje, tendemos instintivamente a dos posibles respuestas que nos garantizan un mayor índice de supervivencia. En primer lugar tenemos la opción de luchar para eliminar la amenaza o, en caso de eso que no fuera posible, nos quedaría la alternativa de huir para alejarnos de ella hasta ponernos a salvo. En cualquier caso nuestro cuerpo debe prepararse para la acción, y lo hace liberando ciertas hormonas (como la adrenalina o el cortisol) al flujo sanguíneo haciendo que se envíe más energía a los músculos y se detengan procesos metabólicos como la digestión o la reproducción etc. para así mejorar nuestras oportunidades de conseguir el resultado deseado.
Entonces nos encontramos con que se trata de una respuesta del organismo ante una situación de sobredemanda que está presente en el momento actual. Ya tendríamos pues, una posible definición válida para el término conocido como "estrés”. A primera vista parece algo totalmente necesario, es más, ¡imprescindible para la supervivencia! Ahora bien ¿qué pasa cuando estos cambios que experimenta nuestro cuerpo se prolongan en el tiempo porque no podemos atacar ni salir corriendo?
Generalmente, una vez desaparece la amenaza, nuestro organismo vuelve poco a poco a la normalidad para permitir que el cuerpo se recupere de la experiencia. Sin embargo, cuando existe una situación estresante persistente de la que no nos podemos librar (mucho trabajo acumulándose, poco tiempo para nuestras cosas, discusiones constantes…) este estado de estrés, que debería ser una excepción, se mantiene haciendo que nuestro cuerpo pague las consecuencias, algunas de ellas pudiendo llegar a afectar nuestros hábitos saludables o causar problemas de salud importantes.
En la siguiente lista tenemos algunos ejemplos de los síntomas que pueden aparecer cuando llevamos un tiempo bajo condiciones estresantes:
• ¿Como nos comportamos?: evitación de la situación que nos preocupa, dificultades para dormir, llantos, cambio en los hábitos alimentarios…
• ¿Qué emociones sentimos?: sensación de tensión, inquietud, irritabilidad, desasosiego, preocupación constante, miedo, sensación de excesivo cansancio…
• ¿Qué le pasa a nuestro cuerpo?: tensión muscular, sudoración, dolor de cabeza, dificultades para respirar y tragar, dolor de estómago, náuseas, vómitos, estreñimiento, descenso o aumento de peso…
Algunas veces, si los síntomas son leves pueden aliviarse por medio de la relajación, haciendo ejercicio o actividades que nos resulten agradables para distraernos. Sin embargo, cuando los síntomas son más graves o nos dificultan llevar una vida normal es posible que fuera una buena idea acudir a profesionales para poder identificar la raíz del problema o una mejor forma de gestionar las emociones.
Recapitulando un poco lo que hemos expuesto hasta ahora, tenemos que los efectos pueden ser beneficiosos a corto plazo, pero cuando la situación se alarga puede causar problemas en los sistemas digestivo, nervioso, cardiovascular e inmunológico debido al efecto de las hormonas en nuestro cuerpo. Nuestros pensamientos y emociones afectan nuestro cuerpo y viceversa, ¡de ahí la importancia de encontrar tiempo para cuidar de nuestra salud mental y no sólo fortalecer nuestro cuerpo en el gimnasio!
Antes de terminar, para acabar con un toque positivo, agregar que el estrés no siempre es malo. Cuando es leve, breve y permanece bajo control puede ser estimulante y placentero, haciendo que disfrutemos más de la vida, aceptemos retos que nos hagan crecer como personas y resultar así beneficioso para la salud a largo plazo.